En toda la fenomenología típica de los estigmatizados no se puede excluir la aportación de los mecanismos inconscientes y psicodinámicos que pueden ser también activados por medio del histerismo o de la hipnosis. En muchas ocasiones se ha probado que los estigmas pueden ser inducidos mediante hipnosis, la cual permite adormecer nuestro estado consciente, dejándonos vulnerables a cualquier sugestión.
Así pues, las posturas más ortodoxas suelen rechazar la intervención divina, aludiendo también que las llagas de las manos se presentan en lugares incorrectos. El examen de cuerpos de hombres que fueron crucificados demuestra que los brazos eran clavados a la altura de las muñecas. Si los clavos hubieran sido insertados en las palmas de las manos, la carne se desgarraría. Es por ello que la postura más radical es la que niega el fenómeno tratándolo sencillamente de impostura y considerando como explicación que los pacientes se causen las heridas a sí mismos, fraudulentamente o en estado de inconsciencia.
Sin embargo, en la mayoría de los casos estudiados, los médicos siempre han tomado las debidas precauciones para prevenir esto, procediendo muy estrictamente. En ocasiones, el paciente ha sido observado día y noche; en otras, se le han cubierto las extremidades con vendas selladas. Por lo cual, aunque han existido ejemplos de simulación, ésta no puede atribuirse a todos los casos.
La mayoría de los médicos y científicos que han estudiado casos de estigmatizados, están convencidos de su autenticidad, y es que si bien se desconoce el origen de estas heridas, se tienen pruebas de la realidad del fenómeno.